Los paneles que componen consisten en un conjunto de imágenes organizadas por medio de relaciones visuales definidas por ciertos motivos recurrentes —supervivientes— de temas, gestos y expresiones, en donde puede encontrarse el material de una heterogeneidad de fuentes no consideradas habitualmente por los historiadores del arte: series de grabados y pinturas de los maestros antiguos; copias y adaptaciones de un artista a otro artista; sarcófagos clásicos; escenas mitológicas; imágenes de culturas no-occidentales; imágenes de artes decorativas; imágenes de ciencia; tecnología; periódicos; grabados; estampas; postales; vestuarios; escenografía de montajes teatrales; libros de arte; libros de astrología; fotografías de acontecimientos contemporáneos, etc. Todo este material está organizado en grupos y series, según los nexos que sugieren las diferentes relaciones visuales, históricas y geográficas.

El montaje de Mnemosyne lleva a cabo un tipo de organización del material visual que busca evitar el establecimiento de una historia narrativa lineal y de sucesión cronológica simple; proporciona un modelo de cómo enfrentar las complejidades de interpretación de los intrincamientos temporales y geográficos del material visual sin reducirlas a una presentación narrativa tradicional de tipo aristotélico dependiente de principios ordenadores como unidad, completitud y verosimilitud. De este modo, la memoria se expone como unas impresiones visuales organizadas en cadenas seriales según afinidades morfológicas y significantes.
El material proviene de fotografías de los elementos que componen las series y mediante este procedimiento son puestos en relación horizontal en un mismo nivel epistemológico.
Desde esta perspectiva es un modo de desplegar visualmente las discontinuidades del tiempo presentes en toda secuencia de la historia. Montar imágenes no tiene nada que ver con un artificio narrativo para dar continuidad a los fenómenos dispersos, sino que está relacionado con una herramienta dialéctica en la que se escinde la unidad aparente de las tradiciones figurativas de Occidente. No es entendido, entonces, como la creación artificial de una continuidad temporal a partir de planos discontinuos dispuestos en secuencias —como procedería, por ejemplo, una película de narrativa tradicional.
Resumen de: Urueña Calderón, Juan Felipe. El montaje en Aby Warburg y en Walter Benjamin. Editorial Universidad del Rosario, 2017.